Efectos físicos y psicológicos del miedo en el cuerpo
El miedo es una reacción que se produce para actuar ante un posible peligro. Nuestro cuerpo reacciona al miedo produciendo ciertas reacciones físicas y psicológicas.
La variedad de estímulos que genera esta emoción hace imposible enumerarlos. Cualquier cosa puede provocar miedo a una persona.
¿Para qué sirve el miedo?
Todo el mundo ha vivido esta emoción de alerta y nerviosismo. Es una reacción que ayuda a adaptarnos al medio y tiene por objetivo evitar que nos ocurra algo malo. Primero, nos ayuda a identificar aquello que es perjudicial para nuestra supervivencia y nos enseña qué debemos evitar. Segundo, nos sirve para reaccionar y escapar eficazmente cualquier peligro.
El miedo suele tener sentido, pues alerta de cosas lógicas y perjudiciales en el entorno. No obstante, una fobia es una respuesta exagerada, una preocupación obsesiva por una situación, un animal o un objeto. Muchas fobias van acompañadas de conductas que evitan cosas que no tienen peligro. Por ello, diferenciar el miedo de las fobias es esencial. Páginas como https://Miedos.net/ pueden ayudarte a identificar estos temores y ponerles remedio.
Efectos físicos del miedo
Cuando sentimos miedo, nuestro cuerpo se pone en alerta y activa el sistema nervioso simpático. Esta parte del cerebro activa las respuestas físicas de huida: nuestro corazón bombea más sangre, los músculos se tensan, los pulmones dan más oxígeno al cuerpo y el estómago se cierra. Por eso, hay personas que actúan de manera más heroica cuando sienten miedo, pues aumenta la adrenalina en la sangre.
El miedo puede paralizarnos y hacernos incapaces de actuar, si sistema se bloquea y la respuesta psicológica impide gestionar sus efectos. Manejar nuestros pensamientos puede ayudarnos a evitar que estos nos desborden y nos descontrolen.
Una vez nos alejamos de nuestro temor, se activa el sistema nervioso parasimpático. Este relaja nuestros músculos, baja las pulsaciones y calma nuestra respiración. Así todo vuelve a la normalidad. También puede pasar que, ante una bajada de adrenalina, nuestro cuerpo se calme tanto que nos entre el cansancio. Esto se debe a la relajación a la que el cuerpo se somete tras un episodio de tensión.
Efectos psicológicos del miedo
A nivel psicológico, el miedo también produce consecuencias. El agobio y el malestar son las principales y primeras consecuencias. Así se inicia el estado de alerta y, en algunos casos, se actúa con impulsividad y con valentía. Esta reacción es similar al estrés, ya que enfoca nuestra atención a unos pocos estímulos y pone nuestra mente en máximo funcionamiento.
Este estado de alerta puede provocar trastornos del sueño, como el insomnio, cuando la ansiedad se vive durante mucho tiempo o se sufren fobias. A veces es necesario realizar una terapia psicológica para relajar nuestros miedos y calmar la mente en estas situaciones de miedo constante.
Si el miedo se vuelve incontrolable, también podemos padecer una pérdida de autoestima. El hecho de no poder controlar la situación, nos hace sentir más vulnerables. Las bases de la autoestima están relacionadas con la seguridad que tenemos sobre nuestras acciones.
Si vemos que la manera de responder ante un peligro no es eficaz, nos sentiremos culpables, porque no responderemos bien a la situación. El sentirnos mal es una respuesta normal, pero debemos recordar que el miedo es un sentimiento totalmente natural y lógico. Sentirse culpable ante esta emoción es algo innecesario y nada positivo.
Consecuencias del miedo
Como has visto, el miedo es muy útil para evitar situaciones de peligro, nos ayuda a ponernos en alerta y huir de situaciones que nos perjudican. No obstante, también puede resultar una barrera para vivir nuestra vida de un modo normal. En casos obsesivos, puede bloquearnos emocionalmente, paralizarnos e impedirnos disfrutar de las cosas positivas. El miedo puede llegar a provocar:
- Ataques de pánico.
- Trastornos obsesivos compulsivos.
- Trastornos de ansiedad.
- Síndrome de estrés postraumático.
- Fobias.
Las fobias, a su vez, están causadas por la necesidad de evitar el estímulo o la condición desencadenante. Notaremos una sensación de miedo desproporcionada en comparación con el peligro que realmente supone si sufrimos fobias. Es un sentimiento que no puede ser controlado, pues es irracional. Produce malestar sin justificación real y crea desasosiego a las personas que lo padecen.
Para encontrar técnicas y afrontar estos temores, existen terapias de control emocional. Estas ayudan a manejar mejor situaciones de miedo y ansiedad. Acudir a un profesional puede ayudarte a afrontar tus temores de un modo más racional. En aquellos casos de gravedad extrema, la medicación puede conseguir efectos muy beneficiosos. No obstante, nunca se debe recurrir a la automedicación, pues este tipo de fármacos para tratar problemas psicológicos pueden provocar trastornos mentales graves, alucinaciones, desequilibrio emocional y paranoia, entre otros.